La Plaza Ponce de
León es uno de los puntos de conexión de transporte público más concurridos del
casco histórico de Sevilla. Centenares de personas pasan y hacen uso de esta
plaza. Sobre todo, esperan. Esperan de pie, y esperan sentados, en algunas
de las paradas de autobuses, en los grandes maceteros, o incluso en los
bordillos de las aceras. Mientras, los “andenes” acerados se encuentran
prácticamente desprovistos de asientos, convirtiendo la plaza en un apeadero
más que ignora su particular entorno y a sus usuarios.
La Iglesia
de Santa Catalina, referente arquitectónico de este enclave, queda escondida,
los pequeños negocios tapados por hasta 4 filas de autobuses, la gente anda
rápido, y espera impaciente.
Esta plaza
se plantea como un espacio de enorme potencial, tanto por su situación como por
la función que desempeña dentro de la ciudad, por lo que se hace necesaria una
revisión crítica del mismo. Quizás más mobiliario urbano, quizás más acerado, o una
reestructuración de las paradas, podría convertir esta plaza de espera en una plaza de estar.
Carlos Sánchez Martín
Manuel Valdés Martínez
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